SITUACIÓN EN UN CAMPAMENTO DE VERANO
Voy a contaros algo que me
sucedió hace bastante tiempo, trabajando como Coordinador de Tiempo Libre en
los campamentos de verano. En este caso, estábamos en unas instalaciones al
lado de la playa en Cantabria, en las que disponíamos de amplios espacios para
el desarrollo de las actividades y los participantes pernoctaban en tiendas de
campaña.
Los asistentes se encontraban en
el tramo de los 10 a los 14 años, y con un grupo de 200 participantes de
distintas procedencias. En estos casos, intentamos facilitar para el amplio
disfrute de la actividad, que los participantes convivan en las tiendas de
campaña con las personas que, por proximidad, amistad o conocimiento, puedan
encontrarse más a gusto, o simplemente por afinidad o empatía.
Nos encontramos con María, una
niña de 12 años procedente de un hogar de acogida, con la columna bífida, cuyos
síntomas más visibles eran el dolor de espalda, la escoliosis (columna torcida),
debilidad en las piernas y dificultad en el control de esfínteres. Para evitar
situaciones “imprevistas” María utilizaba pañales para dormir, que le permitían
solventar algunas de estas situaciones. Durante el día lo controlaba bastante
bien.
María, entra a formar parte de un
grupo con otras 5 chicas, que duermen en la misma tienda de campaña, y se han
colocado juntas porque vienen de la misma provincia, y a ellas les ha parecido bien.
Comentamos con María la
posibilidad de hablar con las compañeras para explicarles las circunstancias y una
vez terminada la reunión, todas comentan que no se preocupe, que queda entre
ellas y en la media de lo posible la van a ayudar. Las chicas duermen en una
tienda de campaña, y al lado, tienen otra tienda donde colocan sus mochilas con
sus pertenencias personales.
Después de 5 días de campamento,
y en el desarrollo de una ronda nocturna de vigilancia de uno de los monitores,
observa que hay una niña durmiendo en la tienda donde se colocan las mochilas
de los participantes: era María.
Ella nos cuenta que sus
compañeras la han echado de la tienda donde duermen, y le han dicho que no
puede decir nada a nadie, con amenaza de contárselo al resto del campamento. Hablamos
con las chicas y quieren que María se vaya de la tienda porque huele a pis.
En cuanto al tipo de discriminación,
considero que es, una situación de discriminación por razón de discapacidad,
específicamente por el problema de la incontinencia urinaria. Las acciones de sus
compañeras, como echarla de la tienda de campaña y amenazarla con contarlo al
resto del campamento, constituyen un claro ejemplo de discriminación directa.
En el caso concreto, la
intervención fue inmediata con una dinámica de trabajo muy concreta, en la que analizamos
con el grupo de la tienda de campaña la comprensión del problema, el trabajar los
conflictos internos que se generan en nuestra cabeza y el actuar de forma que poniéndonos en la situación de la otra persona, valoremos la solución más adecuada. Optamos también por sensibilizar de forma genérica al grupo
directo en el que María participaba que eran aproximadamente 35 personas, con una actividad explicativa, un análisis de supuestos y un gran juego.
El grupo de compañeras de tienda comprendió
que lo que habían hecho eran una clara discriminación, y que esto era un
aprendizaje para la vida; ofrecieron todo su apoyo a María, y después de
disculparse por su comportamiento, estuvieron pendiente de ella todo el campamento.
María después del daño producido, vio compensada su situación por un cambio
radical en los comportamientos de sus compañeras el resto del campamento,
lo que supuso un aumento de su autoestima personal, y un afianzamiento para
afrontar con seguridad posibles situaciones futuras.
Al ser una experiencia real, no
puedo aportar referencias bibliográficas, pero puedo comentaros que, en
Castilla y León, hay una Especialidad de Formación para trabajar como MONITOR con jóvenes con necesidades educativas
especiales, que te ayuda a sensibilizarte ante estas situaciones y te aporta
estrategias de trabajo con diferentes colectivos.
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